1. Cuando te dirijas a la
Celebración prepara tu corazón, tu mente, todo tu ser, desde que salgas de tu casa. 2. Cuando llegues a la casa de Dios,
que es el templo. Entra en silencio, saluda a tu Señor (santíguate), buscando el lugar que te corresponde y o dejando lugares
vacíos por no querer estar adelante. 3. Permanece en silencio; evita platicar con el de al lado, ni estés pendiente de
tus hermanos que entran al templo. Espera el inicio de la Celebración. Cuando el sacerdote entre, ponte de pie y no hagas
otra reverencia sino hacia el altar. 4. Cuando el sacerdote dé el saludo: “El Señor esté con ustedes”, contesta
Y CON TU ESPÍRITU, pues es con él con quien estás dialogando. 5. Al final de cada lectura, cuando el lector diga “Palabra
de Dios, contesta “te alabamos, Señor”. En la lectura del Evangelio, sígnate cuando el padre lo anuncie y contesta
“Gloria a ti, Señor”. Cuando termine de dar lectura, contesta “Gloria a ti, Señor, Jesús”. 6.
Cuando pasen las ofrendas NO te pongas de pie, permanece sentado, porque aún no están consagradas. 7. Prepara tu ofrenda
para cuando pasen recolectando y no la estés buscando en el momento en que el recolector esté junto a ti. En la oración por
las ofrendas contesta: “El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de tu Santo Nombre, para
nuestro bien y el de toda su Santa Iglesia”. 8. En la consagración, que es el momento más sublime, al sonar la campanita
te pones de rodillas; no inclines tu rostro como se hacía antes, ahora tenemos el privilegio de contemplar ese momento. Cuando
el sacerdote se arrodille, tú inclinas el rostro en signo de respeto. Cuando esto termina, el sacerdote puede decir una de
estas tres aclamaciones: A) Este es el sacramento de nuestra fe. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven,
Señor Jesús. B) Aclamad el misterio de la redención. Cada vez que comemos de este Pan y de este Cáliz, anunciamos tu muerte,
Señor, hasta que vuelvas. C) Cristo se entregó por nosotros. Por tu cruz y resurrección nos has salvado, Señor. Cualquiera
de ellas se responde de pie. 9. Cuando te pongas de pies, evita sacudirte las rodillas, eso da mal aspecto y te lleva
a distraerte del momento. 10. En el Padre Nuestro debemos levantar las manos junto con el sacerdote (si así lo hace la
comunidad), en actitud de petición, sin exagerar la altura de las manos. Luego viene una petición a la que debes contestar:
“Tuyo es el Reino, tuyo el Poder y Gloria, Señor”. 11. En el saludo de la paz debemos evitar movernos de nuestro
lugar y saludar con un beso. Sólo debemos saludar al que esté a nuestro alcance. La paz no se da cuando se entona el canto
de Cordero, pues son dos ritos diferentes, por ello se da un tiempo para “dar la paz”. 12. Al comulgar, haz
fila de acuerdo al lugar que te toque. En el momento en que te enfiles, debes tomar actitud de respeto; no vayas platicando,
ni saludes a nadie. Después de recibir el Cuerpo de Cristo, no debemos ir al Santísimo o a algún otro lugar del templo, porque
ya llevas a Cristo dentro de ti y tú eres el templo. Regresa a tu lugar y ora en silencio sin arrodillarte. 13. Al terminar
la celebración espera a que termine el canto de salida y a que el sacerdote abandone el templo. Entonces sal en calma y vive
tu devoción.

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